Macbeth

ESCENA PRIMERA.

Macbeth

ESCENA PRIMERA.

Palacio de Fóres.

BANQUO, MACBETH, un CRIADO y dos ASESINOS.

BANQUO (

sólo

).

Ya eres rey, Macbeth, y señor de Glámis y de Cáudor. Está cumplido en todas sus partes el vaticinio de las hechiceras, pero ¿quién sabe si la traicion te habrá allanado el camino? Ni ha de quedar el cetro en tu linaje. Si es verdad lo que nos dijeron, reyes han de ser mis hijos. ¿Por qué los oráculos que fueron veraces contigo no han de ser tambien propicios á mi ambicion? Pero disimulemos.

MACBETH.

Ya tenemos aquí á nuestro principal convidado.

LADY MACBETH.

Grande hubiera sido su falta en el banquete.

MACBETH.

Te convido á un gran festin que he de dar esta noche.

BANQUO.

Vuestra Majestad puede mandarme, en vez de convidarme. Mi voluntad está indisolublemente unida á la vuestra.

MACBETH.

¿Sales á caballo esta tarde?

BANQUO.

Sí.

MACBETH.

Si no, podrias ayudarme con tu consejo en la junta de esta tarde. Mañana será. ¿Vas lejos?

BANQUO.

Pasearé hasta la hora de cenar. Si mi caballo no aprieta el paso, pediré prestadas á la noche una ó dos horas.

MACBETH.

No faltes.

BANQUO.

No faltaré.

MACBETH.

Tengo nuevas de que mis revoltosos deudos están refugiados en Inglaterra y en Irlanda. No confiesan su parricidio, y divulgan contra mí horrendas acusaciones. Mañana hablaremos de esto, cuando nos juntemos á tratar de otros negocios. Ahora, á caballo. Hasta luego. ¿Te acompaña tu hijo?

BANQUO.

Sí, y vendrá pronto, porque ya es hora.

MACBETH.

Dios guie con bien vuestros caballos y os vuelva pronto. Hasta la noche.

(

Vase Banquo.

)

Vosotros haced lo que querais hasta las siete. Vuestra compañía me será más grata á la hora de cenar, si en este momento me dejais solo. Adios, mis caballeros.

(

Vanse todos.

)

MACBETH.

(

A un criado.

) ¿Me esperan ya esos hombres?

CRIADO.

Están á la puerta de palacio.

MACBETH.

Diles que entren.

(

Se va el criado.

)

¿De qué me sirve el poder sin la seguridad? Banquo es mi amenaza perpétua: su altiva condicion me infunde miedo. Junta á su valor el ingenio y la prudencia. Me reconozco inferior á él como Marco Antonio á César. Él fué quien se atrevió á dirigir la palabra á las brujas cuando me aclamaron Rey, y á preguntarlas por su suerte futura, y ellas con fatídica voz le contestaron: «Tus hijos serán reyes.» A mí me otorgan una corona estéril, un cetro irrisorio, que no pasará á mis hijos sino á los de un extraño. Yo vendré á ser el bienhechor de la familia de Banquo. Por servirla asesiné al Rey Duncan, y llené de hiel el cáliz de mi vida; y vendí al diablo el tesoro de mi alma. ¡Todo para hacer reyes á los hijos de Banquo! ¡Fatal destino mio, sálvame: lidia por mí esta batalla! ¿Quién es?

(

Entran los asesinos.

)

(

Al criado.

) Espera á la puerta hasta que llame.

(

Vase el criado.

)

(

A los asesinos.

) Ya oisteis ayer lo que deseo.

ASESINO 1.º

Sí, rey.

MACBETH.

¿Habeis pensado bien lo que os dije? Él y no yo ha sido hasta ahora la causa de vuestros males. Ya os expliqué cómo se habia burlado de vosotros: quiénes le ayudaron. En suma el más necio hubiera podido decir:

Tuvo la culpa Banquo.

ASESINO 1.º

Verdad es lo que dices.

MACBETH.

Y añado más, y vengo al objeto de este coloquio. ¿Hasta cuándo durará vuestra paciencia? ¿Manda el Evangelio que receis á Dios por ese hombre y por su linaje, cuando os está empobreciendo y esquilmando, y os tiene casi á punto de muerte?

ASESINO 1.º

¡Oh Rey! somos hombres.

MACBETH.

Tambien son perros los galgos y los mastines y los lebreles, y los de aguas y los de caza, pero se distinguen unos de otros por tener más ó menos valor y fortaleza, y mejor ó peor olfato. La naturaleza reparte con igualdad sus dones, y por eso las diversas castas tienen nombres distintos. Lo mismo sucede con los hombres. Si no quereis ser de los últimos y más abyectos, yo os daré un consejo que os libre para siempre de esa opresion y tiranía, y os haga acreedores á mi gratitud eterna, porque no puedo vivir en paz, si él no muere.

ASESINO 1.º

Señor; yo soy un hombre de esos tan maltratados por la suerte, que me arrojaré á cualquier cosa, por vengarme del mundo.

ASESINO 2.º

Tan mala ha sido mi fortuna, que para mejorarla ó acabar de una vez, arriesgaré mi vida en cualquier lance.

MACBETH.

Está bien. Banquo es enemigo vuestro.

ASESINO 2.º

Verdad, señor.

MACBETH.

Y mio, á tal extremo que cada minuto de su vida es un tormento para mí. Yo podria sin cargo de conciencia deshacerme de él, pero tiene amigos que tambien lo son mios, y no quiero perderlos. Por eso acudo á vosotros, ya que hay poderosos motivos para que el golpe sea secreto.

ASESINO 2.º

Se hará vuestra voluntad, oh Rey.

ASESINO 1.º

Aunque perezcamos en la demanda.

MACBETH.

Conozco vuestro denuedo. Pronto os diré en qué sitio habeis de emboscaros, y cuándo; porque esta misma noche ha de darse el golpe. Conviene que sea lejos de palacio, para alejar de mí toda sospecha. No dejeis indicio alguno del crímen. Le acompaña su hijo Fleancio, que me estorba tanto como su padre. Por consiguiente, matadle tambien. Quedaos solos. Volveré luego.

LOS DOS ASESINOS.

Estamos resueltos.

MACBETH.

Volveré pronto... Entrad... ¡Oh, Banquo! esta noche ó nunca subirá tu alma á los cielos.

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